La depresión en la vejez pasa desapercibida, pero su impacto en los ancianos es significativo, ya que afecta a su calidad de vida.
Según datos de la empresa TK Home Solutions, casi un cuarto de millón de ancianos tienen depresión en España.
Es una enfermedad cada vez más frecuente, pero en ocasiones no es diagnosticada porque las personas que la sufren no la comprenden.
El diario ABC informa que «el trastorno psiquiátrico más prevalente en el anciano es la depresión (10-15%). Es más frecuente en mujeres, aunque a partir de los 65 años esta diferencia se reduce, incluso se invierte a partir de los 80 años. La presencia de trastorno depresivo en el anciano se asocia a un aumento de la enfermedad física , una mayor incapacidad, una peor calidad de vida y una disminución de la esperanza de vida».
Es un trastorno del estado de ánimo que causa síntomas de angustia y tristeza. Además, afecta a las actividades diarias como comer, dormir o trabajar.
Esta enfermedad altera los procesos de memoria y borra los recuerdos felices. Esto sucede por alteraciones neuronales generadas por el estrés.
Pero con terapia, ejercicios de memoria y estrategias cognitivas, se puede mitigar los efectos de la depresión y a la vez recuperar los recuerdos felices perdidos.
La psiquiatra Raquel Calles Marbán nos informan que algunos de los síntomas que nos podrían poner en alerta son:
–Cambios en el estado de ánimo: la persona que sufre esta enfermedad está triste y tiene la sensación de desesperanza. Son síntomas que conviene observar, especialmente si perduran en el tiempo.
–Alteraciones en el sueño: los ancianos deprimidos duermen demasiado o tienen dificultades para conciliar el sueño.
–Más o menos apetito: una pérdida o aumento de peso sin cambios en la dieta.
–Retraimiento social: las personas mayores con depresión pierden interés en actividades sociales y evitan participar en eventos familiares.
–Fatiga constante: la sensación permanente de cansancio, la falta de energía y la dificultad para llevar a cabo actividades diarias.
–Problemas cognitivos: dificultades de concentración y olvidos frecuentes.
–Quejas físicas: los ancianos que sufren depresión suelen quejarse de dolores y molestias gastrointestinales que no tienen una explicación médica.
–Pérdida de interés: la falta de motivación y la pérdida de alegría.
–Descuido personal: la falta de interés en el autocuidado.
Causas de la depresión en mayores
Existen muchas razones por las que el anciano puede comenzar con un proceso depresivo. Estas son:
Problemas de salud crónicos
La diabetes, las enfermedades cardiovasculares o el dolor persistente pueden desencadenar en depresión.
Aislamiento
La pérdida de familiares es un desencadenante claro de la depresión en personas mayores.
Cambios vitales
Los cambios como la jubilación, la pérdida de la pareja o la adaptación a una residencia pueden provocar esta enfermedad.
Factores genéticos y biológicos
La predisposición genética y los cambios en la química cerebral asociados con el envejecimiento pueden influir en la aparición de un cuadro depresivo.
Efectos secundarios de medicamentos
Algunos medicamentos pueden tener efectos secundarios que afectan el equilibrio emocional.
Problemas cognitivos
La demencia puede provocar la depresión en ancianos.
Imposibilidad de realizar actividades cotidianas
La incapacidad para subir o bajar escaleras sin ayuda, puede desencadenar sentimientos de inutilidad.
Cambios hormonales
Los cambios en las hormonas tiroideas o en las hormonas sexuales, también afectan al equilibrio emocional.
Cuidados que requiere el anciano
Proporcionando la atención médica requerida, las personas mayores con depresión pueden mejorar su calidad de vida. Es importante adaptar los cuidados a las necesidades personales de cada persona:
–Controles médicos: es necesario un plan de atención médica personalizada, para mejorar la salud física y emocional del anciano.
–Fomento de la actividad física: se recomienda introducir ejercicios aeróbicos, y de flexibilidad y fortalecimiento muscular. El deporte promueve la liberación de endorfinas que mejoran el estado de ánimo.
–Actividades recreativas: el anciano puede participar en actividades relacionadas con la música, el arte o la lectura.
–Fomento de las relaciones sociales: es importante que se relacione con amigos y participe en actividades sociales.
–Apoyo psicológico y terapia: para gestionar sus emociones es aconsejable el apoyo psicológico a través de la terapia cognitivo-conductual.
–Medicación bajo supervisión médica: la medicación para la depresión debe ser administrada bajo una supervisión médica.
–Nutrición balanceada: el anciano debe seguir una alimentación saludable y adaptar la dieta a sus necesidades.
–Fomentar la autonomía: es fundamental fomentar la autonomía para reforzar en él la sensación de control y autoestima.
–Cuidados familiares: la familia debe proporcionar al anciano cuidados, apoyo y cariño.
–Actividades educativas: la persona mayor puede participar en actividades educativas, como clases, talleres o grupos de estudio.