Sobre mi divorcio y sus consecuencias para mi salud mental

En la vida hay situaciones que podríamos considerar que son muy difíciles. Todos estaréis pensando en el fallecimiento de algún familiar, en un momento concreto en el que hayáis estado mal de dinero, en la finalización de un contrato de trabajo y que tengamos que volver al paro… La verdad es que las situaciones que acabamos de describir son bastante complicadas y ponen en entredicho la felicidad de las personas que las sufren. Por tanto, hay que saber enfrentarse a ellas y superarlas tan pronto como sea posible para que no terminen con nuestra salud mental. Es lo peor que nos podría pasar, para qué nos vamos a engañar.

Hay otro momento que puede ser complicado y que, de hecho, supone un cambio radical en nuestra vida. Hablamos de un divorcio. Es una situación muy complicada y también muy incómoda. Cuando se acaba una relación, toca superar muchas cosas, pero lo cierto es que, cuando esas dos personas están casadas y comparten cosas como lo pueden ser una casa, un coche o incluso un hijo. Desde luego, no cabe la menor duda de que esto nos obliga a organizarnos no simplemente con dos novios que lo dejan y pueden elegir no volver a verse más, sino como dos personas que tienen algo en común y que tienen que seguir en comunicación hasta resolver lo que tengan que resolver. No es cómodo. Y tampoco bueno desde el plano mental.

En una información publicada en la página web de El Debate, se deja claro que el divorcio destroza la salud mental, pero se especifica que es especialmente a las mujeres a las que les pesa más este asunto. Y lo peor de todo es que este efecto se convierte en algo permanente, lo que multiplica sus riesgos y hace que se deba tener un cuidado más especial si cabe con ellas. Para ello, lo mejor que se puede hacer es, por un lado, acudir a un psicólogo para que les ayude a mitigar los problemas mentales de los que hablamos y, por el otro, procurar que el divorcio se ejecute de la mejor manera posible y sin que haya demasiados líos y disputas de por medio.

También hay otro artículo, en este caso publicado en la revista Psicología Científica, que analiza el impacto del divorcio de la salud mental de los hombres, que se tienen que enfrentar a los estereotipos de género y a la depresión en casos como estos. Estamos hablando de un artículo en el que, al igual que ocurre en el anterior, se pone de manifiesto que las consecuencias del divorcio las sufren más las mujeres. Sin embargo, aquí sí que se reconoce que esta situación también tiene un impacto sobre los varones y que, por muy masculino que sea o intente ser uno de ellos, las consecuencias de una situación así también afectan a su salud mental.

Os puedo contar de primera mano que este tipo de situaciones es tan real como la vida misma. Lo he tenido que vivir. Hace algunos años, contraje matrimonio con la que había sido mi novia durante muchos años. La verdad es que estábamos viviendo un sueño porque teníamos muchas ganas de casarnos después de casi una década de noviazgo. Y lo cierto es que los primeros meses de casados fueron muy buenos. Como os digo, las cosas nos iban bien y también ocurría lo propio en el terreno laboral, donde teníamos dos contratos fijos y había un par de sueldos que entraban mensualmente en casa para conseguir cumplir con algunas de las cosas que teníamos en la cabeza.

Las cosas nos estaban yendo de maravilla, pero empezaron a cambiar sobre todo a raíz de tener a nuestro hijo. En ese momento, es verdad que nos empezamos a agobiar una auténtica barbaridad y que el cansancio de no dormir más de dos horas seguidas empezó a hacer mella en nuestra actitud. Lo que antes eran risas, abrazos y besos, ahora pasaban a ser discusiones, gritos y malas caras. Como es lógico, nos empezamos a distanciar el uno del otro y llegamos a la conclusión de que solamente nos unía todo aquello que tuviera que ver con nuestro hijo, sus horarios y sus necesidades. Nada más.

En una situación como esa, era conveniente que empezáramos a pensar en divorciarnos. La convivencia en el hogar estaba siendo totalmente imposible y la verdad es que los dos queríamos rehacer nuestras vidas sin perder de vista todo lo que tuviera que ver con nuestro hijo. Sentíamos que lo necesitábamos y lo cierto es que era así. La salud mental de los dos estaba empezando a decaer de una manera brutal y no podíamos extender la situación porque sentíamos que podíamos caer en el más profundo de los pozos. En una situación en la que ya estábamos bastante ocupados con el trabajo y las obligaciones como padre y madre, eso era lo último que necesitábamos.

Lo que hicimos para acelerar todos los trámites de nuestro divorcio fue empezar a buscar un bufete de abogados que estuviera especializado en la materia. Hicimos una pequeña preselección y finalmente terminamos decantándonos por Pérez Caballero porque entre sus especialidades se encuentra el derecho de familia con especial hincapié en la protección de los derechos de los menores, que era algo que a nosotros nos interesaba para que a nuestro hijo pequeño no le fuera a faltar de nada en ningún momento. Gracias a eso, empezamos a ver la luz y a dar por finalizada una época de nuestra vida con la que, sinceramente, no podíamos más.

Los trámites fueron rápidos y eso nos ayudó a recuperar la confianza que habíamos perdido en nosotros mismos. El acuerdo entre las partes también llegó de manera rápida, así que tuvimos la gran suerte de que la nueva situación quedó clara muy pronto y pudimos empezar a rehacer nuestras vidas casi desde cero. Era lo que los dos deseábamos y sin lo que nuestras vidas no podían haber seguido hacia delante. Teniendo en cuenta algunas situaciones dramáticas que han vivido otras parejas que hemos conocido y que han tenido un proceso de divorcio bastante más complicado, nosotros nos dábamos con un canto en los dientes.

Una nueva vida que ya está llegando 

Por suerte, una nueva vida se está abriendo ante mis ojos y estoy dispuesto a aprovecharla. Lo he pasado muy mal en los últimos años, la verdad, pero sé que ahora tengo una muy buena oportunidad para intentar que la vida me sonría de una vez por todas y para recuperar el tiempo perdido. Estamos en un momento clave para eso porque sé que puedo organizar mis labores como padre con mis momentos de esparcimiento, que normalmente llegan cuando no me toca estar con mi hijo al encontrarse este en la nueva vivienda de su madre. Creo que tengo una vida mucho mejor ahora y también tengo la ilusión de que pueda ser mejor de aquí en adelante.

A mi ya exmujer, por supuesto, también le deseo lo mejor. Aunque lo nuestro duró lo que duró y ya es algo del pasado, le sigo teniendo cierto cariño y no quiero que le pase nada malo porque es la madre de mi hijo y cualquier cosa que le pueda afectar le puede afectar también a él. Ojalá que sea así. No se merece que le pase nada malo porque no es una mala persona. Simple y llanamente, nos vino grande lo de tener un hijo y ahora lo llevamos mucho mejor los dos desde que lo gestionamos como lo venimos haciendo desde el divorcio. Ojalá que esto se mantenga así de cara al futuro. Estoy seguro de que así será.

Es el momento de que empiece a conocer a una nueva persona. Muchas veces, tendemos a pensar que para esto ya se nos ha pasado el arroz, pero tenemos que decir que no tiene por qué ser así en absoluto. Cuidar de nosotros y nosotras mismas desde el punto de vista mental implica también conocer a gente nueva y quizá realizar nuevas actividades. No cabe la menor duda de que esa siempre va a ser una de las cosas que nos va a permitir olvidar los problemas y encontrar nuevas fórmulas para sonreírle a la vida, para encontrar esa felicidad que en algún caso yo mismo he considerado perdida.

Creo que las cosas van a ir bien de cara al futuro. He conseguido organizar mi vida y la verdad es que ahora disfruto mucho más que antes, consciente como soy de que la vida son dos días y de que hay que disfrutarla al máximo incluso aunque todavía tenga responsabilidades que atender, como es el caso de mi hijo. Además, poco a poco él irá haciéndose mayor y no cabe la menor duda de que eso va a hacer que yo vaya ganando en libertad con el paso del tiempo. Tengo argumentos, como veis, para seguir confiando en el futuro. Y eso es lo que voy a hacer.

 

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