Así accedí a la subvención que necesitaba mi negocio

Es probable que conozcáis a alguna persona que haya decidido montarse la fiesta por su cuenta y abrir un negocio. Esta labor de emprendimiento es necesaria en nuestra sociedad y economía para generar empleo y riqueza, pero no se trata en absoluto de una tarea fácil. De hecho, es una labor que exige un sacrificio muy grande y de la cual no se sabe si vamos a obtener o no los beneficios que estamos deseando. No es nada fácil montar y dirigir una empresa, sobre todo teniendo en cuenta que quien asume los riesgos de que el proyecto no salga bien es el propio emprendedor.

Hay estudios que dicen que los tres primeros años de vida de un negocio son los más peligrosos porque todavía no está consolidado en el mercado y camina con pies de barro. Sin embargo, si una empresa entra dentro de lo que conocemos como pymes, el riesgo es total y absolutamente continuo. En ese caso, aquí estamos expuestos a cualquier tipo de eventualidad que pueda ocurrir. Lo vimos durante la pandemia y también hemos visto cómo miles de pequeños proyectos se tambaleaban por culpa de la inflación ocasionada tras el inicio de la guerra de Ucrania.

Las pequeñas empresas necesitan que se les ayude para salir adelante o, más bien, para evitar la incertidumbre que es tan peligrosa para cualquier clase de negocio. Las instituciones públicas lo saben y ese es el motivo por el cual tratan de ayudar a través de distintas subvenciones. Esas pequeñas ayudas constituyen un balón de oxígeno tremendo en muchas ocasiones para negocios de todo tipo. Pero es cierto que no caen del cielo y que hay que conocer muy bien el laberinto administrativo para poder recibirlas, especialmente si eres un pequeño negocio que opera en un pequeño municipio. Esta es la conclusión que he sacado después de algunos años dirigiendo mi propia tienda de animales, situada en un pequeño municipio de la provincia de Toledo.

Abrí esta pequeña tienda en el año 2021 con toda la ilusión del mundo, la misma que tiene cualquier emprendedor cuando decide dar un paso adelante y abrir su propio negocio. Desde el primer momento tuve mi clientela fija y pude ir obteniendo cierta rentabilidad, pero también era verdad que necesitaba algo de ayuda para poder realizar una inversión más grande en productos que después fueran a ser de interés para los dueños y dueñas de todo tipo de animales domésticos, porque hasta entonces tenía los productos más o menos básicos: comida, juguetes, cestas…

Por mi cabeza pasaba la idea de solicitar subvenciones para tener ese dinero necesario de cara a ampliar mi surtido de productos. Sentía que, con la obtención de ese dinero extra, tendría la posibilidad de mejorar mis índices de popularidad y abarcar a una clientela mayor. Eso era exactamente lo que me habían contado algunos amigos que también son emprendedores en otro tipo de sectores. Sin embargo, tenía un miedo bastante grande: el derivado de no saber a quién dirigirme ni qué hacer para solicitar esa subvención.

Al parecer, este es un miedo bastante habitual en nuestro país. Por mucho que mires en las páginas web de las distintas administraciones públicas, parece muy difícil deducir si tienes o no derecho a una subvención y de qué manera tienes que solicitarla. En ese sentido, España es un país que peca de tener demasiada burocracia.

Mis sensaciones no mejoraron después de leer algunas noticias que tienen que ver con el sistema de subvenciones que tenemos en el interior de nuestra frontera. Hace algunos meses, leí una noticia publicada en eldiario.es en la que se indica que 100 empresas coparon más de la mitad de las grandes subvenciones que se otorgaron en España en el año 2023. Claro, cuando lees esto y tienes un pequeño negocio, se te cae el alma a los pies. Y eso es lo que ocurrió en mi caso. La noticia continúa diciendo que el montante total de esas grandes subvenciones fue de unos 7.800 millones de euros y que ese centenar de empresas del que hemos hablado se llevó unos 4.200 millones. ¿Por qué para unos tanto y para otros tan poco?

Lo que tuve claro desde aquel momento era que necesitaba obtener una ayuda para conseguir alguna subvención. Seguía perdiéndome sin remisión en las páginas web de las administraciones públicas en búsqueda de que se me encendiera la bombilla, pero lo cierto es que no encontraba la solución a mi entuerto. Empecé a buscar servicios de gestión y tramitación de subvenciones y fue entonces cuando me topé con Ávalon Subvenciones, quienes no solo me iban a ayudar a realizar todos los trámites que fueran necesarios, sino que también me prometieron estudiar la convocatoria de subvenciones que fuera a ser más óptima para mi proyecto.

Tengo que reconocer que, en un primer momento, me encontraba bastante inquieto con el hecho de delegar esta cuestión. Con el paso del tiempo, me di cuenta que lo que sentía era un pelín de vergüenza, como si hubiese sido un fracaso no poder encontrar yo mismo la manera de acceder a una subvención para mi negocio. Pero esta es una realidad con la que se encuentran muchísimos emprendedores de nuestro país, sobre todo los que se encuentran al cargo de una pyme y que no tienen tanto tiempo para poder navegar por el laberinto interminable de las páginas web de las instituciones públicas de cara a obtener información para esas subvenciones.

El caso es que pude acceder finalmente a una subvención pública y obtener el dinero que me resultaba necesario para ampliar la cantidad de productos que oferto en mi tienda. Rápidamente, mi cartera de clientes creció y la rentabilidad de mi trabajo hizo lo propio. Es verdad que sigo siendo una pequeña tienda situada en un pequeño municipio de Toledo, pero ahora he construido un colchón de seguridad que me permite enfrentarme al futuro con la máxima de las garantías y con algo más de certidumbre, que es exactamente lo que necesitan muchas pymes para poder continuar con su actividad y no tener siempre encima el miedo de tener que cerrar sus puertas de manera definitiva.

La liquidez, otro de los aspectos por los que es necesario acudir a subvenciones 

El concepto de “liquidez” es uno de los más importantes y de los que más pendientes debemos estar en el mundo empresarial. Es el que nos va a permitir hacer frente a obligaciones a corto plazo, que suelen ser siempre las más peligrosas y las que más nos pueden poner en riesgo.

Precisamente es la liquidez uno de los problemas que más se manifiestan en las pequeñas o medianas empresas de nuestro país. Siempre me he preguntado por qué es esto así, y buscando información por Internet, he dado con un artículo publicado en la web de Misión Pyme en el que se explican algunas de las causas de estos problemas, que son las que desgrano a continuación:

  • La primera tiene que ver con la poca rentabilidad. Esta era más o menos la situación que tenía yo en mi tienda antes de pedir la subvención de la que os hablaba más arriba. Y es que, si hay poca clientela en nuestro negocio, el dinero que tenemos en caja no va a ser demasiado cuantioso.
  • Retraso en el recaudo. Si los clientes con los que cuenta un negocio no pagan o retrasan su pago, es evidente que tenemos un problema. De ahí la importancia de tener clientes que sean solventes y que no nos vayan a dar ningún tipo de problema en este sentido.
  • Mala administración del crecimiento. Cuando una empresa se encuentra en vías de desarrollo y acomete una inversión que después va a ser insostenible, se encuentra con un problema de liquidez importante y que es posible que termine por acercar más de lo que nos gustaría el final de dicha empresa.
  • Falta de planificación. Este es un problema que se deriva de gastar más de lo que uno genera. Como en todos los ámbitos de la vida, hay que tener cuidado con el exceso de optimismo y es necesario apostar más por el realismo.

Tengo que decir que ahora tengo una dosis mucho más grande de tranquilidad que cuando desconocía de qué manera podía acceder a alguna subvención. Sé que tengo opciones de conseguir nuevas ayudas de cara al futuro y eso siempre ayuda a construir algo de tranquilidad y de confianza en el futuro, principalmente porque ahora dispongo de una variedad mucho más grande de productos en mi tienda y eso me ha ayudado precisamente a construir una liquidez mayor.

Lo que no va a cambiar en absoluto es la dosis de trabajo que tengo que continuar proporcionándole a mi empresa para que siga siendo rentable. Sin la voluntad de trabajar, esto tal y absolutamente imposible que podamos sacar adelante un proyecto empresarial de ningún tipo. Seguro que, si alguna vez habéis tenido una empresa o estáis meditando tenerla, sois plenamente conscientes de lo que acabo de decir.

 

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