Atención a la salud en las residencias

La atención a la salud es un criterio fundamental para escoger una residencia de mayores.

Escoger una residencia para un familiar mayor, cuando lo necesita, no es una tarea sencilla. Por lo general es una decisión que acuerdan los familiares directos con la persona implicada, cuando está en condiciones de decidir. La salud y la asistencia sanitaria debe ser uno de los criterios principales para escoger la residencia adecuada.

Cuando tomamos esta decisión suele ser porque nuestro familiar presenta problemas de salud que dificulta que podamos atenderlo como es debido. No debemos tomarlo como una carga de conciencia. Ciertos problemas de salud, agravados con la edad, hacen que una residencia sea el lugar donde mejor pueden estar atendidos.

Los problemas de salud que más afectan a los internos en las residencias de mayores son las enfermedades degenerativas; entre ellas las de carácter neuronal como el alzhéimer y la demencia senil, y los problemas de movilidad. Que llegan hasta un punto en el que la persona no puede valerse por sí misma.

En muchas de estas situaciones, ni tan siquiera, contratando a un cuidador o cuidadora interna, que pase las 24 horas del día con el afectado, es suficiente para que el mayor tenga una asistencia y una calidad de vida adecuada.

Las residencias de mayores no son centros sanitarios en sentido estricto. Pero tienen un sistema de funcionamiento que, por el tipo de personas que atienden, poseen un marcado componente sanitario.

La salud en las residencias de mayores no se limita a que haya una auxiliar que se preocupe porque el interno se tome las pastillas que le toca. Es mucho más amplio. Estos son aspectos donde podemos evaluarla.

La asistencia sanitaria directa.     

Los directores de la Residencia Nuestra Señora del Rosario, una residencia de mayores ubicada en el centro de Valladolid, señalan que toda residencia de la tercera edad que se aprecie debe tener un despacho médico, una sala de enfermería, una farmacia propia y un botiquín de primeros auxilios.

No es un problema de instalaciones. Se debe contar con un equipo sanitario suficiente y experimentado que preste una asistencia personalizada a cada uno de los residentes.

En cuanto al personal sanitario, cada comunidad autónoma fija los mínimos. Pero lo normal es que haya una enfermera por cada 25 o 30 residentes. La presencia de las enfermeras debe ser continua durante las 24 horas del día, por lo que es normal que los centros fijen turnos para que esta asistencia esté cubierta.

Respecto a la asistencia médica, la media que se utiliza es que haya un médico por cada 100 residentes. En residencias con más de 45 plazas y menos de 120, lo habitual es que el médico esté presente en el centro durante al menos 5 horas a la semana.

En las residencias con más de 120 plazas, debe haber presencia médica durante un mínimo de 17 horas semanales, aumentando 8 horas más por cada 20 internos adicionales.

Esto, como recordamos, es una media. Ya que la normativa que regula las residencias de mayores es una competencia transferida a las comunidades autónomas.

La importancia de la alimentación.

La alimentación tiene una repercusión directa en la salud de los residentes. Como indica la revista especializada Geriatricarea este tema está regulado por la Ley 17/2011, de Seguridad Alimentaria y Nutrición, y por el Reglamento 1169/2011 de la Unión Europea. Se supone que la alimentación en las residencias de mayores debe estar supervisada por nutricionistas y debe adaptarse a las necesidades y condiciones de salud de cada uno de los residentes.

Según esta revista, algunos de los errores más frecuentes que se cometen en materia de alimentación en las residencias de mayores son:

  • Repetición de menús. Con la intención de ahorrar esfuerzo, tanto en la ejecución como en la dirección, se tiende a repetir menús semana tras semana, entorpeciendo, de esta forma, que los residentes puedan llevar una alimentación variada o equilibrada.
  • Abuso de determinados platos. En algunas residencias es habitual servir sopas y purés, casi siempre, como primer plato en las comidas; o abusar de embutidos y fritos en las cenas.
  • Falta de adaptación de las comidas a las patologías de cada interno. Si bien es normal que se preste atención a las intolerancias alimentarias más comunes, como el gluten, no se pone tanto interés en personalizar la comida a las condiciones de salud y las necesidades nutricionales de cada interno. Optando en la mayoría de las ocasiones por menús generalizados para toda la residencia.
  • Exceso de bollería industrial y zumos en las meriendas. Esta solución rápida se carga de un plumazo todos los esfuerzos que se hayan podido hacer por intentar proporcionar una alimentación saludable, ya que estos alimentos suelen estar saturados de azúcar y grasas perjudiciales.
  • Insuficiente cantidad de fruta, verduras, hortalizas y pescado fresco. Esta es otra de las deficiencias que se aprecian en algunas residencias de mayores. Estamos hablando de alimentos esenciales en la dieta de cualquier persona, y que tienen una mayor relevancia, si cabe, en el caso de las personas de la tercera edad.

Actividad física adaptada.

La actividad física es fundamental para cuidar la salud de los residentes. Ya no solo para frenar los efectos de la pérdida de movilidad, sino también para ralentizar la evolución de las enfermedades neurodegenerativas. Con este fin, en las residencias se suelen programar actividades físicas de bajo impacto en la que participan la mayor parte de los internos.

Una de las más habituales son los paseos. Estos se pueden hacer dentro del patio de la residencia o programando salidas controladas fuera del centro.

Los ejercicios de flexibilidad y para potenciar la fuerza muscular son otros de los más habituales. Para ello se emplean instrumentos como bandas elásticas, pelotas y pequeñas mancuernas con las que se practican ejercicios dirigidos por monitores cualificados.

En algunas residencias se programan clases de yoga o de tai chi, impartidas de una manera sencilla para que los asistentes puedan seguirlas con facilidad.

La músico-terapia es otra de las herramientas utilizadas por muchas residencias. Al ritmo de la música se realizan bailes y ejercicios de expresión que ayudan a los residentes a mover partes de su cuerpo y que mejoran su estado de ánimo.

Por otro lado, juegos grupales que impliquen un cierto ejercicio físico, como el juego de los bolos o tirarse una pelota unos a otros, les permite trabajar la coordinación y la motricidad.

Actividades de bienestar emocional.

Aparte de las actividades físicas, determinadas actividades que fomentan la socialización o algunas facultades individuales, mejoran su bienestar emocional y eso tiene un reflejo directo en su salud física.

Estas actividades forman parte de lo que se suele llamar terapia ocupacional y consiste en realizar tareas que rompen la rutina en el centro, que son reconfortantes para el individuo y que fomentan la relación con sus compañeros.

Las actividades artísticas son algunas de ellas. Organizar un taller de dibujo y pintura permite a los residentes fomentar su creatividad, al tiempo que mejoran la motricidad fina. Los movimientos precisos con las manos y los dedos.

Los talleres de memoria son otras de las actividades que se suelen organizar en las residencias de mayores. Consisten en ejercicios que obligan a ejercitar el cerebro. Son buenas para las personas que se encuentran en los primeros estadios de las enfermedades neuronales como la demencia y a su vez son útiles para el conjunto de los residentes.

Las actividades festivas colectivas tienen un efecto directo sobre la salud de nuestros mayores. Celebrar una fiesta entre todos, como puede ser un cumpleaños o sencillamente organizar una sesión de bingo, fomenta la unidad subjetiva del grupo y el bienestar individual.

Limpieza e higiene.

El blog Mi Resi subraya que la limpieza repercute en la salud de los residentes. Siguiendo los protocolos de limpieza en el centro se reduce la presencia de virus y bacterias, baja la probabilidad de contagio entre los residentes, se previene accidentes y se crea una sensación de bienestar emocional y psicológico que hace agradable la vida en la residencia.

La residencia se limpia en profundidad todos los días. Ciertas dependencias como los baños deben limpiarse y desinfectarse varias veces al día. Cada día se ventilan las habitaciones y se suele cambiar la ropa de cama. Las papeleras y contenedores también se deben vaciar a diario, ya que pueden convertirse en fuente de infecciones, y cada cierto número de meses, se efectúa una revisión para la prevención de plagas de roedores e insectos.

Para la limpieza de la residencia se suelen utilizar productos bactericidas y fungicidas con una composición lo más natural posible. Intentando evitar el empleo de productos químicos que pudieran afectar a la salud de los residentes y del personal. También se suelen prescindir de productos que pudieran provocar algún tipo de alergia.

La limpieza, como todos los puntos de los que hemos estado hablando, influye en la salud de los residentes. Por lo que para elegir una residencia adecuada para nuestro familiar es conveniente informarse sobre cada uno de ellos. El cuidado de la salud es lo que va a hacer que nuestro familiar vea la residencia como un verdadero hogar.

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