procurador

Qué es y por qué se necesita un procurador

Hace no mucho, me vi metida en un buen lío legal. Nada grave, por suerte, pero lo suficientemente enrevesado como para tener que adentrarme en ese mundo del que muchos solo hemos oído hablar en películas y series: los tribunales. Y así, casi sin darme cuenta, me encontré escuchando una palabra que hasta entonces solo me sonaba de pasada: procurador. «¿Un qué?» fue, literalmente, lo primero que pensé.

Como imagino que no soy la única que ha estado (o estará) en esa situación, quise escribir sobre lo que aprendí (y viví) al necesitar uno. Prometo explicarlo de forma sencilla… como me hubiera gustado que me lo contaran a mí desde el principio.

 

¿Qué demonios es un procurador (y por qué no sabía que existía)?

Confieso que lo primero que pensé fue: «¿Esto no lo hace ya el abogado?» Pues no. Resulta que el procurador y el abogado son como ese dúo que, aunque trabajan juntos, hacen cosas diferentes.

  • El abogado es quien te asesora, diseña la estrategia y defiende tus intereses.
  • El procurador se encarga de que todo ese plan se mueva dentro del engranaje judicial: presenta documentos, recoge notificaciones, controla plazos y se asegura de que nada se quede atascado en la fastidiosa burocracia.

Para que te hagas una idea, si un juicio fuera una obra de teatro, el abogado sería el actor principal que se sube al escenario, mientras que el procurador estaría entre bambalinas, asegurándose de que el telón se abra a tiempo, las luces funcionen y el guion esté en su sitio.

Puede que no se le vea tanto, pero sin él, el show no saldría adelante.

 

«¿Y yo para qué necesito uno?» (Me lo pregunté mil veces)

Lo admito: al principio pensé que podía ahorrarme ese paso. Pero resulta que, en muchos casos, la ley exige que tengas un procurador si vas a ir a juicio. ¿Por qué? Básicamente, para que todo fluya y no se convierta en un caos. Los juzgados gestionan cientos de casos y necesitan interlocutores que sepan moverse por ese terreno sin perderse.

En mi caso, estaba lidiando con un asunto de reclamación de cantidad. Nada que ver con herencias millonarias ni tramas de película, solo quería recuperar un dinero que me debían. Y ahí fue cuando me dijeron: «Necesitas un procurador«. No era opcional, y créeme, después de ver la cantidad de papeles y plazos… entendí el porqué.

 

Pero, ¿en qué situaciones te puede tocar buscar uno?

En su día me asesoré con ciertos expertos que llevan más de 75 años en el sector, Procuradores Moliner, y ellos me asesoraron con mucho cariño y paciencia en este tema:

 

Si eres particular (como yo):

  • Divorcios y separaciones: Si hay líos con la custodia o no es de mutuo acuerdo, necesitarás procurador.
  • Reclamaciones de más de 2.000 euros: Como me pasó a mí. No importa si se trata de una deuda con un amigo o con una empresa.
  • Herencias complicadas: Si los familiares no se ponen de acuerdo, el tema acaba en los tribunales… y ahí entras tú con tu procurador.
  • Desahucios: Tanto si eres inquilino como propietario.
  • Demandas por accidentes o daños: ¿Un vecino inundó tu casa? ¿Tuviste un accidente de tráfico? Probablemente lo necesites.

 

Si tienes una empresa (o conoces a alguien que la tenga):

  • Conflictos laborales: Despidos, reclamaciones salariales… Lo típico (y no tan típico) en cualquier empresa.
  • Problemas con contratos: ¿Un proveedor no cumplió? ¿Un cliente se echó para atrás? Juicio y, por tanto, procurador.
  • Multas administrativas: Si decides recurrir sanciones importantes.
  • Procesos de insolvencia: Cuando la cosa se complica a nivel económico.

 

¿Cómo elegir un buen procurador? (Porque no todos son iguales)

Cuando me dijeron que necesitaba un procurador, mi primera reacción fue abrir el navegador, buscar “procurador cerca de mí” y llamar al primero que apareció. ¿Resultado? No fue la mejor decisión. Como con cualquier profesional, no todos son iguales. Algunos son como ese amigo que siempre está ahí cuando lo necesitas y te explica las cosas claras. Y otros… bueno, otros parecen desaparecer justo cuando más los necesitas.

Después de pasar por esto y hablar con amigos que también se enfrentaron a procesos judiciales, aprendí algunas lecciones.

 

Pautas a seguir

  1. Pide recomendaciones (mejor que improvisar): Buscar en internet es lo más rápido, pero no siempre lo más efectivo. Tu abogado suele conocer a procuradores de confianza, y preguntar a conocidos que hayan pasado por algo similar puede ahorrarte muchos dolores de cabeza. Nada como escuchar la experiencia de alguien que ya lo vivió.
  2. Busca a alguien que hable claro: Lo último que quieres es quedarte con cara de «¿qué ha dicho?», rondando todo el día en tu mente. Busca un procurador que explique las cosas como si hablaras con un amigo. Mensajes como “Tranquilo, tenemos que esperar una semana, todo está controlado”, valen oro cuando estás nervioso.
  3. La experiencia cuenta: No solo importa cuántos años lleva trabajando, sino si está familiarizado con casos como el tuyo. No es lo mismo un tema de divorcio que uno de deudas. Pregunta sin miedo: “¿Has llevado casos parecidos?”. Saberlo te dará tranquilidad.
  4. Aclara el precio desde el inicio: Aunque los precios están regulados, es mejor preguntar: “¿Cuánto costará esto?”. Así evitas sorpresas. La mayoría son transparentes, pero si alguien da rodeos, mejor busca otra opción.
  5. Valora la cercanía (en el trato): Vas a tener contacto frecuente con tu procurador, así que asegúrate de que sea alguien accesible y amable. Recibir respuestas rápidas y comprensibles hace toda la diferencia.

 

Lo que más agradecí (y no esperaba): cercanía y tranquilidad

Si hay algo que no lleva bien casi nadie es la incertidumbre. Y un proceso judicial está lleno de ella: ¿Cuándo llegará la notificación? ¿Entregamos el documento a tiempo? ¿Qué significa esta carta del juzgado?

Ahí es donde, para mí, el procurador marcó la diferencia. No solo se ocupó de esos trámites que me parecían un galimatías, sino que, además, siempre estuvo disponible para aclararme dudas. Y no con tecnicismos raros, sino con un «esto significa que tenemos que esperar un par de semanas, pero está controlado» o un «tranquilo, ya lo he presentado esta mañana«. Pequeños detalles que, cuando estás nervioso, se agradecen muchísimo.

Hubo un momento en el que una notificación no llegaba y yo ya me estaba imaginando lo peor. Un mensaje al procurador, cinco minutos después: «Hablé con el juzgado, hubo un retraso, la tendrás mañana«. Dormí mucho mejor esa noche.

 

¿Cuánto cuesta un procurador? ¿Me iba a dejar un riñón en esto?

Vale, admito que una de mis primeras preocupaciones fue: «Esto me va a costar un ojo de la cara…». Y claro, es normal pensarlo. Pero, para mi sorpresa, no fue así. Los precios de los procuradores están regulados por aranceles oficiales, lo que significa que, para la mayoría de los trámites, las tarifas son bastante similares. Esto evita que haya diferencias enormes de precio entre unos y otros.

Ahora bien, ¿de qué depende? Principalmente, de la cuantía del asunto (es decir, del dinero que se reclama o se discute en el juicio) y de la complejidad del caso. Por ejemplo, no es lo mismo una reclamación sencilla de 2.500 euros que un proceso de herencia con varios implicados. Aun así, lo normal es que no se dispare. En mi caso, fue un precio razonable y, sinceramente, después de toda la tranquilidad que me dio, lo pagué sin dudar.

Consejo personal: pregunta desde el principio cuánto costará. Así evitas sorpresas desagradables y podrás organizarte mejor. Créeme, tener todo claro desde el principio da mucha paz.

 

Cosas que me hubiera gustado saber antes

Ahora que ya pasé por todo esto, me gustaría haber sabido algunas cosas antes:

  • No subestimes los plazos. En los juzgados, un día de retraso puede fastidiarte el caso. El procurador se encargará de que eso no pase.
  • Pregunta todo lo que no entiendas. De verdad, no te quedes con dudas. Yo, al principio, me callaba por no parecer pesado. Error. Es tu caso, tienes derecho a entenderlo.
  • Confía en los profesionales. Procurador y abogado están para ayudarte. Déjate guiar, pero mantente informado.
  • No dejes el tema para última hora. Cuanto antes busques procurador, mejor.

 

¿Merece la pena? (Spoiler: sí)

Cuando empecé con todo esto, veía al procurador como un trámite más. Al final, lo vi como un aliado. No solo gestionó la parte más tediosa del proceso, sino que también fue ese contacto constante que me mantenía al tanto y me daba calma en los momentos de más incertidumbre.

Si te ves en la situación de necesitar uno, mi consejo es que no lo dudes. Habla con tu abogado, pregunta por un procurador de confianza y, sobre todo, busca a alguien que no solo sepa del tema, sino que también tenga la paciencia de explicarte las cosas claras. Al final, más que un gasto, lo verás como una inversión en tranquilidad.

Y si no tienes claro si lo necesitas… bueno, mejor preguntar que lamentar. Créeme, lo aprendí por las malas.

Espero que mi experiencia te sirva si alguna vez te toca pasar por lo mismo. Nadie quiere verse en procesos judiciales, pero si te toca, mejor ir bien acompañado. Y sí, ahí es donde entra ese profesional que, como yo descubrí, hace que todo sea mucho menos estresante: el procurador.

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