Peeling

Os cuento las ventajas y desventajas del Peeling

Llevo casi ocho años trabajando como socorrista en la playa cada verano. Es un trabajo que me apasiona, no lo cambiaría por nada, pero tiene una cara oculta que, hasta hace poco, no me había preocupado demasiado: los daños del sol en la piel. Siempre he sido muy consciente de la importancia del protector solar, me lo aplico varias veces al día y, aun así, con el paso de los años, empecé a notar que mi piel estaba cambiando. Pequeñas manchas en la cara que al principio parecían simples pecas comenzaron a hacerse más grandes y permanentes. Me preocupaba que con el tiempo se hicieran más evidentes y difíciles de tratar.

La verdad es que no me considero especialmente obsesionada con mi aspecto, pero cuando vi que ni el mejor protector solar evitaba el daño acumulado, me entró un poco el pánico. No quiero renunciar a mi trabajo, ni tampoco a la idea de entrar en Salvamento Marítimo en el futuro, pero tampoco quiero que mi piel se deteriore antes de tiempo. Así que decidí investigar.

 

Descubriendo los efectos del sol en la piel

Hasta ahora, siempre había oído hablar del daño solar, pero no me había parado a analizarlo en profundidad. Empecé a leer sobre cómo la exposición repetida al sol provoca la aparición de manchas, arrugas prematuras e incluso problemas más serios como el cáncer de piel. Lo que más me impactó fue descubrir que muchos de estos efectos son acumulativos y no aparecen de inmediato, sino con los años.

Me sorprendió saber que el sol no solo afecta la capa superficial de la piel, sino que también daña las fibras de colágeno y elastina en las capas más profundas. Esto significa que, aunque las manchas sean la parte más visible del problema, el daño estructural también contribuye a la flacidez y al envejecimiento prematuro. Además, el fotoenvejecimiento no afecta a todas las personas por igual: el tipo de piel, la genética y los hábitos de protección solar influyen mucho en la velocidad con la que se desarrollan estos signos.

Lo que yo veía en mi piel no era algo pasajero, sino el resultado de años de exposición. Las manchas que tenía ahora solo serían el principio si no hacía algo al respecto. Y lo peor es que, si seguía acumulando daño sin tomar medidas, en unos años podría enfrentarme a problemas más serios, como queratosis actínicas (lesiones precancerosas) o arrugas más profundas que ya no se pueden revertir tan fácilmente.

Me di cuenta de que la crema solar no era suficiente para revertir el daño y empecé a buscar tratamientos que me ayudaran a mejorar el aspecto de mi piel sin dejar de lado mi trabajo. No quería esperar a que el problema empeorara, así que me puse manos a la obra para encontrar la mejor solución posible.

 

Buscando soluciones

En mi búsqueda, encontré varias opciones: cremas despigmentantes, láser, tratamientos con luz pulsada y, por supuesto, el peeling químico. Cada una tenía sus pros y sus contras. Las cremas despigmentantes pueden ayudar, pero requieren meses de constancia y sus resultados son limitados. El láser y la luz pulsada son muy efectivos, pero tienen un coste elevado y requieren varios meses de cuidado extremo de la piel después del tratamiento, algo complicado si pasas tantas horas al aire libre como yo.

Fue entonces cuando descubrí el peeling químico, un tratamiento que exfolia las capas superficiales de la piel para eliminar las células dañadas y promover la regeneración. Me pareció una opción interesante porque ofrece resultados visibles en menos tiempo y tiene menos restricciones post-tratamiento que el láser. Pero antes de decidirme, quería saber más.

 

Ventajas del peeling

Buscando información, encontré la Clínica Kalón en Sevilla, especializada en tratamientos estéticos. Les escribí para pedir información sobre el peeling y fueron súper atentos explicándome todo con detalle. Según ellos, estas son las principales ventajas del tratamiento:

  • Elimina manchas y unifica el tono: Al renovar la capa superficial de la piel, el peeling ayuda a eliminar manchas solares y a igualar el tono, algo que en mi caso era clave.
  • Estimula la producción de colágeno: Esto significa que no solo mejora la apariencia de la piel, sino que también ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro.
  • Reduce poros y mejora la textura: La piel se vuelve más lisa y uniforme, lo que también da una apariencia más saludable.
  • Es menos invasivo que el láser: Aunque hay que tener cuidado con el sol después del tratamiento, la recuperación es mucho más rápida.
  • Se adapta a diferentes necesidades: Existen varios tipos de peeling según la profundidad del daño que se quiera tratar, lo que permite elegir el más adecuado para cada caso.

Desventajas del peeling

Por supuesto, no todo es perfecto. La misma clínica también me explicó que el peeling tiene algunas desventajas a considerar:

  • Puede causar irritación y descamación: Dependiendo de la intensidad del peeling, la piel puede enrojecerse y pelarse durante unos días.
  • No es un tratamiento único: Para mejores resultados, en algunos casos es necesario hacer varias sesiones.
  • Requiere protección solar extrema: Después del peeling, la piel está más sensible y es fundamental usar protector solar a diario para evitar que las manchas vuelvan.

A pesar de estas desventajas, la balanza se inclinaba a favor del tratamiento. Si podía mejorar mi piel sin afectar demasiado mi rutina diaria, valía la pena intentarlo.

 

Tipos de peeling y cuál elegí

Existen varios tipos de peeling según la profundidad con la que actúan:

  • Peeling superficial: Usa ácidos suaves como el ácido glicólico, mandélico o salicílico. Es ideal para mejorar la textura, luminosidad y tratar imperfecciones leves como puntos negros o pequeñas manchas.
  • Peeling medio: Utiliza ácidos más potentes como el ácido tricloroacético (TCA) para tratar manchas más profundas, arrugas finas y mejorar la elasticidad de la piel.
  • Peeling profundo: Penetra en capas más profundas de la piel con fenol u otras sustancias más agresivas. Es muy efectivo para eliminar arrugas marcadas y daño solar severo, pero requiere una recuperación mucho más prolongada y puede tener efectos secundarios más intensos.
  • Peeling enzimático: Se basa en enzimas naturales de frutas como la papaya o la piña. Es mucho más suave y adecuado para pieles sensibles o aquellas personas que buscan una renovación sin descamación visible.
  • Peeling con retinol: Este tipo de peeling actúa estimulando la renovación celular con derivados de la vitamina A. Es menos agresivo que los químicos tradicionales, pero ofrece muy buenos resultados en manchas y textura irregular de la piel.
  • Peeling con ácido láctico: Ideal para pieles secas o sensibles, ya que además de exfoliar, hidrata la piel y mejora su luminosidad sin causar una irritación excesiva.

En mi caso, me recomendaron un peeling medio con ácido TCA al 15%, ya que mis manchas no eran extremadamente profundas, pero sí lo suficientemente persistentes como para necesitar algo más que un peeling superficial. Elegí esta opción porque me ofrecía una mejoría notable sin que el proceso de recuperación fuera demasiado largo o complicado para mi estilo de vida.

 

Mi experiencia con el peeling

El procedimiento fue bastante sencillo. Me limpiaron la piel y aplicaron el ácido, lo cual produjo un ligero escozor durante unos minutos, pero nada insoportable. Después de unos días, mi piel comenzó a pelarse, especialmente en las zonas donde tenía más manchas. No fue doloroso, pero sí un poco incómodo porque la piel se veía algo descamada, y tuve que resistir la tentación de tocarla o rascarla para no interferir en el proceso de regeneración.

Durante esos días, mi piel estaba más sensible de lo habitual, así que tuve que ser muy estricta con la hidratación y la protección solar. Usé cremas calmantes recomendadas por la clínica para reducir la sensación de tirantez y evitar cualquier irritación. Aunque visualmente parecía que mi piel estaba renovándose, el proceso fue un poco desesperante porque tenía que esperar pacientemente a que la descamación terminara.

Pasada una semana, el cambio era evidente. Las manchas se habían atenuado y mi piel tenía un aspecto más uniforme y luminoso. No fue un cambio radical de un día para otro, pero definitivamente noté la diferencia. Con el paso de los días, la textura de mi piel mejoró y se veía más sana. Me sorprendió lo suave y lisa que estaba, además de que el tono de mi piel se veía más homogéneo. También noté que los poros parecían más cerrados y mi piel tenía un brillo natural que antes no tenía. Sin duda, valió la pena la incomodidad de los primeros días.

 

¿Vale la pena hacerse un peeling?

Después de mi experiencia, puedo decir que sí, vale la pena. No es una solución mágica ni un tratamiento definitivo, pero ayuda muchísimo a mejorar la piel sin necesidad de procedimientos invasivos. Además, si se combina con una buena rutina de cuidado y protección solar, los resultados se mantienen.

Si estás en una situación similar a la mía y te preocupa el daño solar en tu piel, te recomendaría sin duda investigar sobre el peeling y, si puedes, acudir a un especialista para que te asesore. Yo, por mi parte, estoy contenta con el resultado y definitivamente repetiré en el futuro para seguir cuidando mi piel mientras sigo disfrutando de mi trabajo en la playa. ¡Porque sí, pienso seguir siendo socorrista y, quién sabe, tal vez entre en Salvamento Marítimo en unos años!

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